Cuento de Verano

En el Reino de Gallardonía, se despertaba otro día más Juanito (no tengo ganas de buscar otro nombre...más original) Como cada mañana, el feliz Juanito asía su atillo y dando saltitos se dirigía canturreando a su lugar de trabajo en el castillo de los Carabancheleros del río (Manzanares, se supone) A pesar de los calores que provocaba el período estival, saber que las vacaciones estaban cerca, no le quitaban a Juanito una gran sonrisa. Pero no todo podría ser tan perfecto. El tráfico que por la aldea transcurría había aumentado mucho los años anteriores, y el hedor de los vehículos hizo que una incómoda tos estropeara las hermosa estrofas de las canciones de Juanito. La sonrisa perdió un poco su fuerza. No es lo mismo ir a trabajar con música que sin ella…
Los habitantes del Castillo tampoco hacían mucho por proporcionar felicidad y tranquilidad a Juanito. Las continuas salidas y entradas y fútiles conversaciones de los aldeanos tornaron la media sonrisa en una tensa línea recta en el lugar de la boca. Un estado que permanecería durante gran parte del día.
El sol caía sobre el reino y llegó el momento de volver a la choza. Aquí vino el remate…La Reina Esperanza II había vuelto a reducir los transporte por ser período de vacaciones y por una tal crisis que no entendíamos los que no poseíamos caballos ni mulas con las que desplazarnos. El carromato llegó con mucho retraso y lleno de trabajadores sudorosos y malolientes que aplastaron el resto de la hogaza de pan que en zurrón llevaba nuestro protagonista. Aquí, la línea recta de la boca se deshizo. La sonrisa de la mañana se mudó a mueca de desagrado. Unos desafiantes dientes de rabia comenzaban a asomar y mostrar su desaliento.
Menos mal que la llegada al hogar mitigaría su dolor de alma…Pero no; la ausencia del perolo en el fuego le decía que la cena todavía no estaría lista, y además, los platos de la comida estaban todavía en remojo esperando su limpieza. El vecino de la cabaña de al lado acababa de comenzar una fiesta que sabía que le impediría dormir a horas normales y el dolor de pies no había hecho más que empezar. La cara era ahora una monstruosa alegoría de la desesperación. Los ojos muy abiertos y la boca en un escorzo imposible de describir. Además, un pequeño tic que asomaba y le hacía mover cómicamente el pómulo derecho...El camastro crujió cuando se tumbó y el hecho de pensar en el siguiente día provocó que las primeras lágrimas afloraran.
Moraleja, cuando las cosas no van tan bien como te gustaría, apechuga con lo que tienes o busca cambios…Quizá habría que pensar en cambiar de Castillo, o de Reino, o de humor…(esta última es la más factible..)
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado (por hoy, mañana será igual…y pasado mañana…y…)
PD: Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Ja, ja…
PD2: Dedicado a Angi. Ella si que hace que se alegre el Juanito cuando llega a casa de su ¿duro? trabajo…

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Este es el lugar donde expresaré lo que me venga en gana. Sin reglas. Aquí no busquéis grandes pensamientos ni excelencias en el arte de la escritura. Aquí el único "Arte de Juan" es el que permita que este pequeño espacio sobreviva como una parte de mis vivencias, mis rutinas, mis disgustos... y que los lectores habituales o esporádicos de este blog piensen que quizá merezca la pena volver otra vez por aquí.
A disfrutar...