Agosto y esas cosas

En mi puesto de trabajo, el mes de agosto es el mejor del año para trabajar. Es el mes en el que la mayoría de las personas salen a la playa y abandona sus hogares. Pero en mi caso es un tormento. Viendo como salen en estampidas de Madrid, en mi edificio de trabajo, solo se van cuatro y muy escalonadamente. Se acabaron los agostos de ciudades fantasmas. Será la crisis esa de la que tanto se habla (¡sobre todo telemadrid..jeje¡)
Aunque en mi caso es el de muchos jubilados, prejubilados y ociosos que tienen el resto del año para salir y que precisamente les encanta su casita en verano (será para protegerla de los cacos…) También esta el caso de los vecinos que son como las manchas solares, solo salen fuera de la ciudad cada once años, y claro, les falta casi otros cuatro para poder salir otra vez…Y el de los que sufren una especie de agorafobia muy rara en la que el miedo no es al espacio abierto sino el miedo a salir de barrio.
También ayuda que la mayoría tiene lo que se llama, “casa del pueblo”, lugar barato donde se pasan fiestas, puentes y veranos. Está a menos de una hora en coche y algunos lo llaman el “Chalet” con mayúsculas y es una chabolita con pilón que utilizaban los aldeanos para guardar los aperos (nuevos ricos…aparentado lo que no son) Lógicamente vienen y van en el día para vigilar si “todo está bien” con lo que uno no se hace a la idea de que se han ido de vacaciones.
Lo mejor, decir a los demás porteros que estoy más entretenido que ellos por tener más tráfico (eso es mentira cohina), y esperar a que llegue mi momento de salir corriendo. Y solo faltan diez madrugones…
La foto, realizada esta misma mañana, al lado de la catedral de la Almudena, y es un vista de la calle Mayor, y sí, se nota que estamos en agosto porque casi no hay tráfico