La escalera


Caminando esta mañana hacia al trabajo he visto de cerca un hecho que me ha dejado impresionado. Cuando mi mayor preocupación era como taparme las orejas del frío intenso y que los auriculares de la radio no se muevan, me encontré en el viaducto que pasa sobre la calle Segovia, el famoso puente en la calle Bailén, a dos patrullas de policía que se afanaban en poner cintas alrededor de una escalera de aluminio abierta colocada al lado de las mamparas que se pusieron en su momento para evitar “caídas”. El frío había empañado los cristales y no se intuía si había alguien entre la mampara y la barandilla del puente pero la actitud “relajada” de los agentes indicaba que no. Al seguir andando tuve la vista que imaginaba. Abajo, en el asfalto, estaba tendido un cuerpo. A su lado, dos personas agachadas lo inspeccionaban y dos coches patrullas más intentaban que los que circulaban por esa calle no vieran que estaba sucediendo. Muy fácil de entender, alguien había pensado que los problemas, desdichas o desamores que le torturaban, se acabarían después de subir esos cinco escalones. Resulta complicado pensar que alguien sea capaz de coger una escalera, ir a las siete de la mañana a un lugar tan transitado de Madrid, subir los peldaños y lanzarse al vacío. Es una pena que todavía haya cobardes, que vean en el suicidio la única solución a los problemas. Incluso el más crítico, enfadado con todo y pesimista de mí, siempre sabe que hay un montón de cosas que disfrutar, que vivir. No todo es un camino de rosas pero solo la esperanza de que habrá momentos dignos de ser vividos debería de quitar la estúpida idea de saltar puentes. Solo cinco escalones. ¿Y ahora qué…?
PD: La foto, de un impresionante atardecer con arco iris ayer, no muy lejos del puente. ¿No merece la pena seguir viviendo solo por ver esto más veces?

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Este es el lugar donde expresaré lo que me venga en gana. Sin reglas. Aquí no busquéis grandes pensamientos ni excelencias en el arte de la escritura. Aquí el único "Arte de Juan" es el que permita que este pequeño espacio sobreviva como una parte de mis vivencias, mis rutinas, mis disgustos... y que los lectores habituales o esporádicos de este blog piensen que quizá merezca la pena volver otra vez por aquí.
A disfrutar...