Parece mentira, pero ya ha pasado una semana. El tiempo no corre, vuela cuando uno está en sus horas de descanso vacacional. Una semanita en mis queridas islitas que me deja un increíble bronceado de los que se conservan hasta diciembre y unas cuantas horas de recargas en las pilas que me ayudarán a pasar el próximo período entre vacaciones. El tiempo: genial, como siempre, la comida, mucha, como siempre también, las excursiones, variadas y numerosas. Las cosas malas, algunas pero es mejor no recordarlas, prefiero guardar los bueno recuerdos que son más sanos. Ya contaré aquí mis anecdotas canarias. Y para empezar, una foto, la vista desde la habitación del hotel, lo que veía cada vez que me asomaba a la terraza. Es la mejor habitación en cuanto a la situación de los que he estado. A partir de ahora me va a dar mucha pena asomarme a la ventana...
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